El juego como instrumento educativo
J.M. Cagigal entendía el juego como "una acción libre y espontánea que surgía de la vida misma" y que surge para compensar el tiempo de negocio, es decir, la negación del ocio.
En la enseñanza, en edades tempranas (tanto a nivel escolar como a nivel de clubes y asociaciones) se intenta sacar el máximo provecho a los elementos lúdicos para favorecer un mejor aprendizaje. Está demostrado que un niño/a aprende más cuando lo hace en un contexto de juego, ya que esta situación no la percibe como agresiva, imperativa u obligatoria. Un niño/a se puede negar a muchas cosas pero jamás se negará a jugar.
El juego puede ser libre, desarrollando la función catártica y hedonista. Es decir, se puede jugar por jugar pero el juego didáctico tiene una finalidad. Además de la catarsis, busca el aprendizaje.
Para que un juego tenga finalidad debe estar estructurado y planificado; tener objetivos que sirvan para adquirir conceptos y desarrollar procedimientos además de establecer los mecanismos de evaluación pertinentes, tanto para el proceso de enseñanza como para el de aprendizaje.
Organización del proceso de Enseñanza/Aprendizaje
Durante el proceso de enseñanza/aprendizaje del salvamento (auxilio o deporte), es recomendable utilizar la concepción constructivista del aprendizaje, en la que confluyen ideas de diversas teorías, fundamentalmente las formuladas por Piaget y Vygotsky. Ambas, a grandes rasgos, consideran que el conocimiento no se debe transmitir construido o elaborado, sino debe ser construido por los propios alumnos/as. "El alumno/a independientemente de su edad o nivel, no se limita a adquirir conocimiento, sino que lo construye usando la experiencia previa para comprender y moldear el nuevo aprendizaje" (Beltrán) Para que esto ocurra, el alumno/a debe estar dispuesto a asumir un papel importante en su enseñanza, porque como hemos dicho, debe construir su propio aprendizaje, lo que conlleva la utilización de una metodología que permita al alumno/a trabajar de una forma cada vez más autónoma.
La aplicación práctica de estas teorías ocurre en cualquier manifestación deportiva o profesional. No se trata de proporcionar recetarios ni desarrollar automatizaciones. Por ejemplo, un deportista no toma las mismas decisiones tácticas en todas las playas. Unas tienen olas más continuas que otras, la arena es más consistente o menos, los rivales y compañeros no actúan de la misma forma que en la competición anterior, etc.
La autonomía es el principio de la adquisición de cualquier aprendizaje, en especial en las actividades deportivas y de auxilio. Los principios que han de tenerse en cuenta para que este modelo constructivista pueda llevarse a la práctica son:
· Necesidad de partir del nivel del alumno/a.
· Necesidad de asegurar la construcción de aprendizajes significativos.
· Modificar esquemas de conocimiento que se poseen.
Estos principios se articulan en torno al aprendizaje significativo.
La clave del aprendizaje significativo está en la vinculación de las nuevas ideas y conceptos con el bagaje cognitivo del individuo. Ausubel distingue dos dimensiones en la significatividad potencial del material de aprendizaje:
· Significatividad lógica: Coherencia en la estructura interna del material.
· Significatividad psicológica: Contenidos comprensibles desde la estructura cognitiva que el sujeto posee.
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